lunes, 17 de noviembre de 2025

La Manzana Podrida en el Liderazgo: cuándo el puesto deja de ser un activo y se convierte en una carga



Dicen que una manzana podrida en un barril puede hacer que se dañe al resto. Así pasa con líderes que ocupan sus cargos sin merecerlos: arruinan culturas, apagan a los talentos, y provocan que personas brillantes se vayan, se estanquen o simplemente pierdan el sentido de su potencial.

Y lo peor es que muchas organizaciones lo toleran… o peor aún, los promueven. oops.

¿Qué dice la evidencia?

Algunas investigaciones recientes demuestran que tan grave puede ser el costo de mantener líderes con baja integridad, poca gestión humana o con un estilo tóxico:

En un estudio con enfermeras en Egipto, se encontró que el liderazgo tóxico es responsable de 65 % de las variaciones en el silencio organizacional (cuando los empleados dejan de hablar o aportar por miedo o desconfianza) y 87 % de las variaciones en el rendimiento organizacional.
Otro estudio en Indonesia analizó 400 empleados y concluyó que líderes tóxicos merman significativamente la satisfacción laboral y la motivación, lo que directamente impacta la productividad y los resultados.
Datos de liderazgo pobre indican que entre el 43 % y el 57 % de los empleados han dejado empleos debido a malos jefes.
En entornos de trabajo con liderazgo tóxico, también se observa un aumento en comportamientos desviados en el trabajo (baja moral, absentismo, rotación), agotamiento emocional, cinismo organizacional y, al final, pérdidas económicas para la empresa.


¿Cómo se manifiesta la “manzana podrida”?

Algunas señales comunes de un líder que daña más de lo que aporta:
Ofrece discursos motivacionales, pero no apoya el crecimiento real del equipo.
Quéja del desempeño, pero no ofrece capacitación, recursos o feedback constructivo.
Evita rendir cuentas, culpa a los colaboradores cuando algo falla.
Está más enfocado en preservar su zona de confort que en adaptarse o evolucionar.
Promueve la competencia interna sobre la colaboración; favorece visibilidad sobre resultados sostenibles.

¿Qué pueden hacer las empresas antes que sea demasiado tarde?

1. Evaluaciones 360° frecuentes: recoger opiniones sinceras del equipo para detectar comportamientos tóxicos.
2. KPI de clima y rotación: medir el impacto real de un líder (no solo resultados numéricos) sino cómo retiene, motiva y desarrolla personas.
3. Formación en liderazgo humano: capacidades como empatía, integridad, comunicación, humildad y responsabilidad.
4. Políticas claras de rendición de cuentas: un líder debe estar dispuesto a ser reevaluado, cambiado de rol o limitado en poder si no está aportando.
5. Cultura organizacional que premie al que eleva, no al que opaca: reconocer no solo los logros visibles, sino también la capacidad de ayudar que otros crezcan.

Reflexión

Mantener a una “manzana podrida” en liderazgo no es solo un error ético: es una decisión costosa, que socava la moral, la innovación, la retención de talento y, finalmente, los resultados financieros.

No esperes que los grandes talentos te lo digan directamente: a menudo se van, silencian su voz o simplemente se quedan apagados bajo tu sombra.

¿Cuánto más espera tu organización para exigir que los líderes sean relevantes no solo por el título, sino por el impacto humano que generan?